¿Por qué algunos zapatos causan dolor en los pies?

El dolor de cabeza de muchas mujeres y el delirio de otras, caminar en tacones cuando se tiene el dominio de ellos, no se convierte en problema, pero cuando no se sabe llevarlos genera una gran fatiga, lo recomendable es conocer cuál es el tipo de zapato adecuado según la forma y planta del pie.

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“La primera condición es que el zapato sea cómodo, sin que esté muy suelto y sin que se note una presión excesiva”, explica Juan Carlos González, director del departamento de indumentaria del Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV). Lugar en el que se analizan la ergonomía de la ropa, el calzado, y también llevan a cabo estudios antropométricos y de biomecánica para entender cómo interacciona la prenda con el cuerpo humano.

Además, según dice, “la plantilla debe adaptarse al peso y a la forma de la planta, el zapato debe seguir los movimientos del pie sin molestias (debe ser flexible y estar bien cerrado con cordones, velcro, etc), debe transpirar pero adaptarse a las condiciones climáticas y, por último, evitar resbalones”.

No sólo los tacones

Aparte de los tacones, hay otros calzados que pueden provocar que aparezcan dolor, lo que en opinión de González, indica que el zapato que llevamos no es adecuado o que se está sometiendo al pie a demasiado esfuerzo. “Es el caso de las personas que están mucho tiempo de pie y que llevan una plantilla y una suela finas y rígidas. En ellas, es común que aparezca dolor en el talón (talalgia), en las almohadillas (metatarsalgia) y en la planta del pie (fascitis plantar), cuando la membrana que recubre esa zona se inflama. Por eso, según explica, es fundamental que las personas que trabajan de pie descansen cada hora o estén semisentadas en butacas especiales, si es posible”.

Para Fernando Noriega, cirujano ortopédico del Instituto Internacional de Cirugía Ortopédica del Pie (IICOP), no solo hay que hablar de la importancia del zapato, sino también de cierto componente hereditario: “Lo normal es que las personas no tengamos dolor en los pies, cuando se tiene es porque la carga del peso corporal no se distribuye adecuadamente. El uso del zapato no implica la aparición de dolor, solo sufren dolor aquellas personas que tienen defectos en los pies o que tiene rasgos hereditarios que los padres o abuelos han padecido y ellos desarrollan”.

Fuente: ABC

Zapatos de tacón: entre dolores y otras complicaciones

El verse bien y alta es un deseo que toda mujer tiene, pero debe saber que sus pies sufren con cada centímetro que los sube.

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Los zapatos no siempre hacen que una mujer ponga los pies en la tierra, incluso se puede decir que las hay que los prefieren de tacón muy alto para lucirse en todo momento. Pero, usar este tipo de calzado puede tener efectos y malos.

Un estudio de Universidad de Jyvaskyla (Finlandia) y publicado en el Journal of Applied Physiology indica que los tacones altos cambian el mecanismo básico de la forma de caminar de las mujeres, lo que provoca dolores y otras complicaciones.

Aunque mucho se hable de lo perjudicial de los tacones de altura, casi ninguna mujer se resiste a su encanto, cabe la siguiente pregunta: ¿Se han puesto a pensar el esfuerzo al que someten sus pies cada vez que calzan unos tacones?

Esto porque, subraya, el pie “es una estructura que contiene 26 huesos generando más de 30 articulaciones y responsables de soportar todo el peso de una persona”.

A este complejo entramado hay que añadir más de 100 tendones, articulaciones, músculos y nervios que envían esa sensación de dolor cuando llevamos largas horas en las alturas.

Los pies tienen su propio mecanismo de defensa, ya que se adecuan a la superficie que pisamos, continúa la especialista, desde la arena blanda de la playa hasta las rígidas aceras de la ciudad, es necesario llevar un calzado correcto que incremente esta adaptabilidad.

Recomendaciones elementales

 El uso habitual de tacones demasiado altos puede traer desagradables consecuencias si antes no preparamos bien los pies, tales como lesiones y dolores crónicos de espalda, mala circulación sanguínea, juanetes, dedos en martillo, entre otras.

Al momento de elevar tanto el talón (10 centímetros o más), la persona se acostumbra a caminar con el pie levantado todo el día, por lo que el tendón de Aquiles y sistema gastronemius (pantorrillas) va perdiendo elasticidad, es decir, se va encogiendo.

Las mujeres, sugiere, deben usar tacones de forma selectiva y tomar ciertas medidas que les ayuden a tener la opción de ponerse los zapatos que quieran el mayor tiempo posible. Por ejemplo, dice, si se va a caminar mucho, lo mejor es llevar un par de zapatos bajos y cómodos en la bolsa.

Caminar descalza cada vez que sea posible es otra sugerencia aplicable, hay  evitar a toda costa el calzado puntiagudo con tacón de aguja y sandalias con tiritas en la parte anterior de los dedos, ya que los pies sufren porque aprietan los metatarsos.

«Cuanto más ancho sea el tacón, más aumenta la superficie de apoyo y el esqueleto se sostiene mejor», afirma.

Siempre lo recomendamos: las personas deben realizarse un estudio baropodométrico computarizado y análisis estáticos y dinámicos de las presiones plantares tanto en posición erecta y durante el ciclo de la marcha.

Usar plantillas personalizadas ayuda a estabilizar la pisada y en Feet and Shoes fabricamos plantillas acordes a los problemas de cada persona, basadas en los estándares de la perfecta biomecánica del pie. A partir de ahí las personalizamos para que el apoyo sea el adecuado. ¡Nuestra experiencia de 13 años y más de 9000 pacientes atendidos lo confiman!

Para ellas: estos son los 10 tipos de zapatos que le hacen más daño a tus pies

1. Tacones muy altos

El 39% de las mujeres usa tacones a diario. De estas mujeres, el 75% sufre algún tipo de dolor en el pie o tiene juanetes, artritis en el dedo gordo, callos, “dedo martillo” y verrugas plantares, explica el Dr. Pedro Cosculluela, cirujano ortopédico del Hospital Metodista en Houston.

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El problema de quedar muy arriba

Los tacones más altos –de 4 a 6” (10 a 15 cm)- causan inestabilidad en el tobillo y aumentan el riesgo de sufrir algún problema como torceduras o esguinces. Este tipo de zapatos carga demasiada presión en la punta de la planta del pie, describe el Dr. Kelly Geoghan, del Mercy Medical Center en Baltimore.

2. Zapatos muy pequeños

“Muchas mujeres usan todos los días para ir a trabajar zapatos que lucen muy bien pero que son simplemente muy pequeños”, explica el Dr. Cosculluela. Al no apoyar correctamente el pie entero, indefectiblemente aparecen los dolores no solo en el pie, sino en las piernas y en la espalda.

Desde la punta hasta el talón

Para que un zapato sea de la medida correcta, el pie debe apoyar cómodamente desde la punta de los dedos hasta el talón. Es importante que el zapato tenga la forma necesaria para sostener el peso del cuerpo y que no tenga nada que pueda lastimar al pie.

3. Zapatos de punta muy angosta

No permiten calzar correctamente el pie completo. Como consecuencia, explica el Dr. Cosculluela pueden aparecer ciertas deformidades en los pies como juanetes, dedo martillo y callos. Los juanetes, justamente, resultan de la desviación del dedo pulgar cuando recibe mucha presión por ser muy angostos.

Si no sientes los dedos, ¡cámbiate de zapatos!

Esto es lo que producen los zapatos en punta o estiletos: los dedos quedan tan apretados que no les llega la circulación y entonces, ¡los sientes como dormidos! Aunque Angelina Jolie los luzca de maravilla, los estiletos pueden convertirse en tu peor tortura.

4. Zapatos muy grandes

Uno de los mitos alrededor de los zapatos es creer que si uno compra zapatos grandes serán más cómodos. ¡Error! El pie necesita sostén para poder soportar el peso del cuerpo. Al no tener un “agarre” seguro, se ve obligado a hacer un esfuerzo extra para que el zapato no se escape.

5. Chanclas u ojotas

Aunque parezcan “inofensivos”, estos zapatos –tan comunes en verano- no tienen soporte en el arco, explica la Dra. Kelly Geoghan, del Mercy Medical Center en Baltimore. Además, al ser abiertos en la punta, aumenta el riesgo de lesiones e infecciones.

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6. Chatitas de “bailarina” (ballet flats)

Estos zapatos son demasiado bajos y no tienen arco. Además, según explica la Dra. Geoghan, por lo general son demasiado “adaptables” a la forma del frente del pie y esto, para pacientes con juanetes o dedo martillo, puede resultar incómodo.

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7. Birkenstock u ojotas alemanas

Estas ojotas que invitan a recorrer el mundo tienen un grave problema: “Este tipo de zapatos crean un taco negativo, donde el frente del zapato es más alto que el resto. Esto crea excesiva tension en el tendón de Aquiles y puede provocar fasciitis plantar o dolor en el talon”, dice la Dra. Geoghan.

8. Zapatos sin talón / suecos (mules)

Estos zapatos causan un trabajo extra en la punta del pie, al intentar acomodar el pie (ya que no tienen sostén detrás). “Esto puede contribuir a la formación de dedo martillo o de contractura de dedos”, dice el experto del Mercy Medical Center.

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9. Zapatillas de lona

Son las preferidas de las señores mayores. Pero es un calzado que no tiene arco de soporte y es tan flexible que casi es como andar descalzo. Sin embargo, hay algunas marcas que vienen con arco y con una suela más gruesa, ¡fíjate eso antes de pensar en el color o el diseño!

10. Zapatillas de “cross training”

Si bien no son los peores zapatos, el problema está en que muchas mujeres las usan para diferentes usos. Pero como el taco es extremedamente bajo y entonces se pierde el control trasero del pie, no son recomendados para algunas actividades como el tenis.

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Artículo publicado en runrun.es

¿Por qué los tacones altos provocan juanetes?

Nos hacen parecer más altas y más elegantes, pero los tacones también pueden convertirse en el peor enemigos de nuestros pies. Un estudio elaborado por la Universidad Rey Juan Carlos en colaboración con la Clínica CEMTRO de Madrid, y que se presentó en el pasado congreso mundial de Podología, ha demostrado que el calzado de altura provoca juanetes, la conocida deformidad crónica en los huesos del pie.

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«Hasta ahora se conocía que los zapatos de punta estrecha producían deformidades óseas a largo plazo pero no se tenía constancia de la relación entre la altura de los tacones y la aparición de juanetes”, explica el autor del estudio, el doctor Rubén Sánchez-Gómez, del Servicio de Podología de Clínica CEMTRO.

En la investigación se estudiaron 80 mujeres sin deformidades previas en el pie, y se las midió con y sin zapatos de tacón pero sin puntera estrecha. Se observó que «los dos huesos que se desvían en el juanete, esto es, la falange proximal del hallux y el primer metatarsiano, lo hacían según se aumentaba la altura de los tacones».

Cuando se quitaban el tacón, el dedo volvía a la normalidad. Por tanto, «con este estudio hemos demostrado que usar tacones altos (a partir de 3 centímetros), de manera continua, provocará la pequeña desviación de los huesos y a la larga, de manera acumulativa, se instaurará la deformidad ósea», concluye la investigación, en la que colaboraron los doctores Ricardo Becerro y Marta Elena Losa.

Se estima que casi un 60% de las mujeres mayores de 50 años tiene juanetes, aunque también afecta a mujeres jóvenes. Los juanetes «son causa frecuente de dolor en el pie y provocan alteraciones en la pisada que pueden conllevar otro tipo de problemas secundarios, afectando incluso a la columna lumbar», advierte el doctor Sánchez-Gómez.

Con tacones de 4 centímetros, la parte delantera del pie soporta el 57% del peso corporal, un porcentaje que se eleva al 75% cuando la altura de los mismos se incrementa en 2 centímetros. «Esta variación de porcentajes de carga en detrimento del antepie, también es la causa de las sobrecargas metatarsales y la aparición de hiperqueratosis (durezas) en la zona central, tan dolorosas como incapacitantes en muchos casos», señala el doctor Sánchez-Gómez.

Esa presión tiene consecuencias en la columna, ya que, como demuestra un estudio publicado en la revista «Spine» el pasado mes de septiembre, se adelanta el eje corporal y se aumenta la curvatura lumbar. También perjudica las rodillas y la circulación y está asociado a un mayor riesgo de caídas.

El calzado con punta estrecha es otra causa de aparición de esta deformidad, ya que «disminuye notablemente el espacio para albergar los dedos, y por tanto los hace sufrir», comenta este especialista. A su juicio, «aunque muchas pacientes manifiesten que disponen de espacio desde la punta del pie hasta la puntera, durante el ciclo de la marcha, hay una fase (la de despegue de talón), en la que el pie impacta contra la puntera del zapato en el que está metido, obligando al dedo gordo a desviarse también».

Una vez que la deformidad ósea se ha instaurado en el pie, «las técnicas paliativas son tan sólo de mejora del dolor, pero la desviación ósea y la pérdida de movilidad, son irrecuperables», subraya este experto. Cuando el proceso continúa, «es necesario recurrir al quirófano para el tratamiento de dicha patología, debido a la artrosis y la incapacidad funcional». Por eso, «aunque la cirugía del pie ha mejorado muchísimo, siempre es recomendable no llegar a este punto», remarca.

Información tomada de www.abc.es